Y entonces la libertad no existía
eran tiempos en los que las respuestas buscaban preguntas
eran tiempos en los que los mirlos no aparecían.
Las calles, desiertas de todo aquello que fuera sueño
dejaban gotear un hilo de gente sin rumbo:
después de tanto, pensaba, el mundo sabe a poco.
Es el artista el que, por creer que conoce
deja que ese mundo hable justo hoy
en este día.
El mensaje, no importa
es la idea, la idea, clama el artista
esos instantes en que el tiempo, pensando en retrospectiva
se ha detenido,
avanzar, piensa, no por tener un destino
sino por no saber afrontar que tal vez nunca haya existido.
Se cubre entonces el mirlo con su negro abrigo,
y busca otros tiempos,
unos no tan adormecidos.