Esta es la sala de ensayo adormecida por el silencio de las bandas que alguna vez tocaron y formaron parte de ella. A la derecha una batería acústica en la que se puede ver el paso de los años en los cráteres de sus parches, rodeada de dos monitores que figuran como esclavos, atados mediante cadenas a la propietaria de la habitación: La Mesa de Sonido. Los músicos mas experimentados creen que la posibilidad de que algo tan manifiestamente absurdo exista es prácticamente nula. Los técnicos de sonido calculan que esa misma posibilidad se da nueve de cada diez veces.

Aunque tal vez sea demasiado precipitado asumir que La Mesa de Sonido tiene todas las propiedades necesarias para sacar de quicio a cualquier músico, es cierto que ya sólo con hablar de cableado uno puede volverse majara. En el uso y disfrute diario de las salas de ensayo, uno se enfrenta a constantes dilemas en cuanto a sonorización se trata. La premisa está clara: quiero que el sonido que producen mis cuerdas se escuche lo mejor posible, ahora bien, lo mejor posible algunas veces nos lleva a usar amplificadores, efectos, monitores y un sinfín de elementos que como digo, a mas de uno puede hacer desistir.

Empezando por el principio para terminar en el final, a nuestra guitarra conectamos un cable [jack]===[jack] de 6,5mmm. Podemos referirnos a el como TS (Tip-sleeve, punta-funda) para el tipo desbalanceado y TRS (tip-ring-sleeve) para el tipo balanceado.