Y de rozar la mirada nunca se cansaba
de creer en la casualidad
de que, aunque por fuerza de la costumbre no llega a acertar
ahí se encontraba de nuevo.
Saber no es lo mismo que creer
y por ello existe el abandono
la cruz, el árbol, la espiga
cada una, fuente de vida
que por creer que sabe
nuevamente encuentra el porqué
aunque la costumbre poco regala
la casualidad, no llegue a sentirla
y el consancio no le borra su mirada.

Y de rozar la mirada nunca se cansaba